El IX Congreso Ordinario José Joaquín Bidó Medina, del Partido de la Liberación Dominicana, carece de resultados sustanciosos, pues apenas se ha limitado al aumento de 300 personas al Comité Central y de 10 al Comité Político, organismos que en lo adelante tendrán mil miembros el primero y 45 el segundo.

Los peledeístas para nada se detuvieron a analizar las causas de las derrotas electorales, del 15 de marzo y 5 de julio del 2020, en los niveles municipal, legislativo y presidencial.


Lo que se estila en los partidos democráticos, en el ámbito universal, es el estudio de las razones determinantes de un fracaso electoral. Y una vez se obtienen resultados se procede a ofrecer una conferencia de prensa, exponiendo esos elementos causales, prometer correcciones y pedir disculpa a la población.


También, después de la derrota, los directivos principales de una entidad política suelen renunciar y dar paso a personas más jóvenes, con rostros frescos. Naturalmente, en ninguno de los partidos políticos dominicanos hay esa cultura. Lo que sí procedía en el caso del PLD, sin embargo, era la elección total de la membrecía (así con /c/ como lo puse) de sus dos principales organismos.


Pero ni se estudiaron los motivos ni hubo tal renovación. Y nadie cuestionó esa antidemocrática práctica. Al único que se le observó disentir fue al comentarista José Laluz, pero se descalifica por el nivel del lenguaje y sobre todo por caer al plano personal contra Danilo Medina, el mismo hombre con el cual había negociado su voto favorable, cuando era diputado, para reformar la Constitución de la República y permitirle optar por un tercer período presidencial.


Al concluir su congreso el PLD se queda con los mismos rostros de personas que fueron funcionarios 20 años y se les atribuye fortunas mal habidas. Y los jóvenes integrados a los organismos solo pueden exhibir físicos atractivos, pues son de ideas conservadoras y, peor aún, aprueban la corrupción pública en el fondo. Algunos son hijos de exfuncionarios. ¿Qué se puede esperar?


Al ser un partido desacreditado moralmente el PLD no será opción electoral en el 2024 en personas de ideas avanzadas. Todo indica, sin embargo, que seguirá siendo fuerte en amplios segmentos de la población. Muchos de los que apoyan al PLD lo hacen conscientes de su carácter corrupto, lo que revela la forma como anda la sociedad dominicana.


Se cree que la estrategia del PLD se centraría en apostar al fracaso del presente gobierno, con la inflación de bienes y servicios y filtrar irregularidades en los estamentos estatales. Para esos fines tiene gente en cada institución y de hecho ya hay ruidos en muchos órganos estatales, los cuales podrían ir en aumento en la medida que vaya pasando el tiempo.


La idea del PLD estaría en demostrar que no hubo tal cambio y que todos son iguales, lo que resultaría letal para el PRM, que se nutrió del voto de personas liberales y decentes, que desaprueban y condenan la corrupción pública y la impunidad, son de izquierda, de centro izquierda, de la Marcha Verde, de la sociedad civil y de gente sin ideología, pero que se hartó de los excesos del PLD.


El PLD tiene todos los defectos que usted quiera atribuirle, pero gobernó con la gente que lo llevó al poder, mostrando coherencia y sobre todo concepto de la gratitud. Y aunque no practique el ideario de Bosch nunca ha dejado de enarbolar su nombre.


En cambio el PRM, después de más de 6 meses de gobierno, aún permanecen fuera del gobierno las organizaciones de izquierda y de centro izquierda que lo apoyaron. También están fuera del poder todos los integrantes de los miles de movimientos de apoyo que sustentaron la candidatura presidencial de Luis Abinader. Inclusive, conforme a estudios realizados, el 80% de los militantes del PRM no han podido ocupar un empleo público.


Algo más: el grueso de los perremeístas son peñagomistas –pues el PRM surgió de un desprendimiento mayor del PRD—, pero en el presente gobierno nadie habla de José Francisco Peña Gómez. Peña no es una figura paradigmática para este gobierno de jóvenes empresarios, que supuestamente ocupan cargos por el dinero invertido en campaña. Y los pocos funcionarios perremeístas parecen temer enarbolar la figura de Peña. Algo anda mal o por lo menos las cosas toman otro rumbo.
De todas maneras, no es momento de proyectar futuro comportamiento electoral de ningún partido político con miras al lejano 2024. Los hechos ocurren y se analizan sus posibles consecuencias. Y los estudios de opinión, los que cumplen con el debido rigor científico, se encargan de hacer retrato de cada momento.

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