opinion @fdo_buitrago
Un afamado político que data de tiempos de Balaguer me aseguraba que los tiempos de campañas son una «distorsión» de la vida normal de un pueblo pues «temporalmente» un segmento importante del pueblo se lanza a eventos y actividades no propias del resto del tiempo y ello origina cambios de la vida cotidiana, entaponamientos, eventos en los barrios, reuniones, etc.
Asombrado por la cantidad de aspirantes que acompañaban a uno de los candidatos del PLD en las pasadas elecciones, (sobrepasaban los 50) (de él solo), otro conocido diputado de Santo Domingo Este me confesó que él entendía lo que significaba para un ser humano «aspirar», poder entregar tarjetas que dijeran «precandadato a regidor»… etc, que se acompaña de un «alce de pecho», un «acelerón» de estrechón de manos y una creencia de importancia más allá de lo que humanamente quien sabe, tendría.
Aspirar a cargos, ser elegidos, creerse líder o serlo, prevalecer, crecer, mandar, tener poder de decisión sobre cosas o personas, es lo que verdaderamente vuelve locos a los hombres hasta llevarlos al ridículo o a provocar casi todas las guerras de las que está cundida la historia de la humanidad.
El segmento de la política se divide entre aspirantes y los que «viven» de los aspirantes… estos últimos consideran que el ser humano debe estar, en el caso de la República Dominicana, el tiempo de elección a elección, esos 4 años, en campaña, pues de eso ellos viven, de desangrar todo lo que puedan a los políticos que aspiran y cuando no, ellos les llevan a aspirar.
De los que se consideran políticos hay un segmento que aunque eventualmente el destino les lleve a podiums temporales no tienen en cuenta la política y sus momentos, aspiran a destiempo, como niños rabiosos desde que no les das un juguete se viran contra lo que pudiera ser su objetivo, equivocan al camino y se desprestigian en cada acción que realizan.
El pueblo dominicano hoy en lo menos que está es en «políticos», consideran que casi todos les han fallado, el sistema de partidos está quebrado ausente de credibilidad, pocos logran movilizar más de 10 personas sin «logística», la juventud se muestra apática y con razón, el pueblo se siente ha sido usado por un grupo cuan condón en un mal rato de sexo, marionetas de falsos profetas populistas que al final terminan siendo igual que los predecesores que inundaron de corrupción e impunidad el país desde el gobierno o desde la oposición, confabulados en un status cuo cómplice que, aunque no mancha a todos, en el «supuesto» del pueblo, si.
La vida de la política se divide en etapas… las campañas a destiempo son molestosas y se sienten forzadas, los políticos con campañas prematuras lucen irrespetuosos a la tranquilidad ciudadana de la vida diaria y en el siglo XXI, justo en una sociedad conectada y que perdió la confianza en su clase política en general, los aspirantes que andan «buscando la fiesta que nadie quiere bailar» caben justo en el calificativo de «galloslocos» que han usado la política y para quien «venderse» no solo tiene como target al electorado, sino que buscan en el ambiente lo que les pueda servir de provecho en medio de exclamos de quienes los ven en sus populistas acciones de: «¿y ese pa donde va?»
Un día llegará la campaña electoral y saldrán nuevos «cuenteros» a la misma vez que los que les duele su gente, arribistas populistas que competirán con políticos verdaderos, seguidores de proyectos de ciudad, país paralelo a los «picapica» y «chupa sangre» que hacen su «zafra» cada cuatro años detrás de la chequera a los malos candidatos tipo «billetera»… pero de todo ello no hay cosa más triste que empeñados en hablar de política a un pueblo que, en medio de una crisis mundial, en lo único que está es en la propia supervivencia.